La canción Nosotros que amamos la vida es un homenaje a los profesionales de la organización humanitária internacional Médicos Sin Fronteras, prémio Nobel de la Paz de 1999 por su actuación en las más remotas y sufridas regiones del planeta. Componerla y colocarla a disposición de la entidad en la divulgación de sus actividades es una manera de estar al lado de aquellos que luchan por la vida. Y solamente por la vida.

La letra se basó casi que enteramente en las informaciones del folleto de captación de donaciones que recibí en mi dirección,en la primavera del 2008.

En su melodía, busqué una aproximación a la forma del himno, pues reconozco algo de épico y grandioso que los himnos intentan enfatizar en el trabajo cotidiano y anónimo de esos héroes modernos que son los Médicos Sin Fronteras.

Esa busquedad de lo épico contemporáneo me llevó al trabajo de Pink Floyd, en The wall. Resolví, entonces, incorporar algunas citaciones de ese disco clássico de rock progresivo de los 70´s a la composición.

Las actividades de Médicos Sin Fronteras, por otro lado, están principálmente concentradas en África, continente cuya cultura musical guarda estrechas relaciones con la música brasileña, particularmente em ló que respecta al ritmo y al uso de la percusión así, introduje un cuarteto de coros (alfaia, tumbadora, pandero y tamborin) para expresar los vínculos de la música con el continente madre de la raza humana.

En la hora de establecer el concepto del arreglo, opté por citar pedazos de Choros nº 6 de Villa Lobos e igualmente utilizar un fragmento del tema de Canta, canta más, de Tom Jobim y Vinicius de Morais, como referencia para el grand finale de la canción, que a esa altura ya poseía tres partes y caminaba para constituirse en una pequeña obra que remonta al pop sinfónico.

Esa estructura dividi en tres partes que denominé El muro, Sin fronteras y Canta más; me llevó a pensar en una cuarta parte que reuniera las referencias de la composición y le sirviera de abertura. Apartir de esa concepción, Anderson Erthal desarrolló la orquestación que se puede oír en esta grabaión, en interpretaciones inspiradas de los músicos y cantantes invitados.

Cuanto a la fusión de diferentes referencias musicales en el cuerpo de la obra, sin contar con mi irrestricta admiración por los compositores citados, expresa de cierta forma una disponibilidad característica de la música y de los músico brasileños para asimilar y procesar la diversidad de influencias, siempre en la perspectiva de nuestra cultura abierta y flexíble.

Un aspecto relevante de este proyeto es el hecho de ser ejecutado casi que enteramente por músicos de Nueva Friburgo y Región Serrana de Rio de Janeiro. Hay una actividad musical intensa y de muy, muy buen nivel en el valle friburguense y alrededores; y los mejores aspectos del resultado final de esa etapa del trabajo debem ser acreditados a ésto. Errores y exageraciones son mi entera responsabilidad y de nadie más.

Una mención muy especial debe ser hecha aquí a dos instituciones que fueron fundamentales para mí y para esta producción: La Sociedad Musical Euterpe Friburguense, la más antigua banda sinfónica civil en actividad ininterrupta en el país, desde 1863, donde fuí a buscar las voces del coro adulto, a cargo del regente y tenor Ágni de Souza, y algunos de los instrumentistas invitados, es el caso de Gilney de Oliveira, que hizo en la trompeta la citación del solo clásico de Another brick in the wall, de Pink Floyd; y también la Escuela Superior de Música de la Universidad Cándido Mendez, cuyo campus friburguense creó condiciones favorables para el desarrollo de proyectos musicales como éste. Fue en el campus de la UCAM que fui a buscar parte de mis amigos y colaboradores para este apasionante desafio, es el caso del joven cuarteto de cuerdas [no tradicional] formado por Artur Pontes (violín), Bruno Marins (viola), Caíque Abbud (contrabajo) y Jonathan Lima (violonchelo).

Las grabaciones de Nosotros que amamos la vida comenzarón el día 25 de marzo del 2009 en el Midstudio y se extendieron hasta el 24 de junio del mismo año, con pasajes, aun, por el Estudio Mateus Santos, también en Friburgo, y por el estudio Umuarama, en el barrio Laranjeiras, Rio de Janeiro, donde registramos las voces infantiles de Lucas, María, Maurício, Rita y Tainá, del coro infantil de la Escuela de Música de la Rociña, bajo la regencia de Valéria Correia.

En el proceso de grabación contamos, también, con la Ingeniería de sonido de Gilson Wilbert, del Estudio Pentatom, responsable por la captación derecha del tímpano, en la sede de la Sociedad Musical Euterpe Friburguense. Allá realizamos la captación nocturna del vigoroso instrumento con el multinstrumentista Piter Toledo.

Aún en el Pentatom, realicé la inserciones de sonidos y ruidos incidentales que permean toda la obra, con destaque para los cantos de los pájaros típicos de la Sierra de los Órganos. El mix, a su vez, es firmado por Tiquiño Santos, del Midstudio.
Los bastidores de las grabaciones, a cargo del director de fotografía Sérgio Martins, de

AlfaÔmega Producciones, y con edición de Ilson Junior, de Singularidad, dió origen a la versión en video de la anción, franqueada a la direción de Médicos Sin Fronteras para amplia e irrestricta utilización de todo y cualquier medio en la captaión de recursos para la manutención de la entidad y de sus actividades humanitárias.


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